miércoles, 8 de agosto de 2007

El mar.


Ya he hablado alguna vez del mar aquí, pero mi especial relación con él hace inevitable nuevas menciones. Y más ahora, en la estación del año que más lo disfruto.


Me encanta la playa. Supongo que no es algo demasiado raro. Quizás lo raro sea la forma en que la disfruto. Me gusta la orilla y la forma en que las olas se deslizan por ella, acariciando la tierra. Me gusta cerrar los ojos y oir el sonido de las olas rompiendo, y si a eso le acompañamos el olor que el levante atrae hasta mi, la sensación es inigualable. Y la calidez de la arena, cuando ya el sol comienza a aflojar, pero ésta aún guarda todo su calor. El tacto de esa arena caliente que al primer contacto quema la piel, pero tras esos primeros segundos, deja una marca de agradable calidez en mi espalda, mis brazos, mis piernas...


Lucía Etxebarría ha escrito sobre el mar como si de un amante se tratara. En su libro Nosotras que no somos como las demás, tiene un relato increíble sobre él. Y hasta hace poco no me di cuenta de cuanta razón encerraban sus palabras. Está claro que es por culpa de ese relato por el que asocio una de las sensaciones más intensas que me provoca el mar con el orgasmo. Ya me veo a más de uno/a dandose un chapuzón para comprobar, pero diganme si no tengo razón.


Son esas veces en que el calor fuera se hace insoportable, pero el agua del mar está helada. Esos días de poniente calmado, son cuando más recuerdo ese relato. Esos días al llegar a la orilla, cuando la ola golpea suave los tobillos, un escalofrío recorre la piel. Si en ese momento, en vez de titubear, y pasar un rato subiendo poco a poco el agua de nivel en tus piernas, decides hundirte de golpe en el mar, la presión del cambio de temperatura en la sien hace que todo quede en blanco. Ya lo unico que importa es el mar, y su caricia en la piel. Sacas la cabeza y sin darle tiempo a tu cuerpo reaccionar, nadas hacia adentro, cansando los músculos. Todo el cuerpo está tenso y es una lucha entre la resistencia del mar y la de tu cuerpo. Cuando a la vuelta llegas a la orilla, y por fin colocas tus pies en el suelo, tu cuerpo tiembla. Entonces te tiras en la toalla y vuelves a prestar atención a tu cuerpo y sus reacciones. El corazón se bate imponente en el pecho, haciendo que cada latido estalle en todo el cuerpo. Tienes la respiración más que entrecortada, se te hace dificil tomar aire. Notas el cansancio en los músculos y, sin apenas darte cuenta, una sonrisa amplia invade tu cara. Tragas saliva, a la vez que tu piel helada comienza a sentir el calor del sol, haciendote volver a una temperatura humana (hay que recuperar los 36º, no?). En ese momento, cualquier problema se ha diluido en el agua y se ha dejado atrás. O al menos todo está lo suficientemente lejos como para no molestarnos. Todo se aplaza. Y la felicidad vuelve a ser algo alcanzable.


Como ya he dicho mi relación con el mar es algo especial. Lleva conmigo desde la niñez y, aún así, es enorme el temor que me provoca. Sin embargo mi fascinación por él es mayor. En cada epoca del año tiene su encanto especial. Siempre lo envuelve algo parecido a la magia. Supongo que, en cierta forma, estoy enamorada de él.

5 comentarios:

Retro dijo...

si, si, pero no hablas de la arena q sale despues de ir a la playa en cada rincon de la mochila y por supuesto del cuerpo...incluso del coche si vas en coche...jajaj...en fin. yo la playa no la aguanto. yo es que soy mas de bar con aire acondicionado.
besos.

Anónimo dijo...

me gusta el mar para un ratito, todo el año pensando que con el verano y el calor, en vacaciones iba a estar en la playa y luego solo voy un día, es lo que tiene ser vaga, prefiero la piscina del hotel, que me pillaba la cama más cerca.
bessos

Mara dijo...

Es algo mágico, a mi tb me encanta, será porque yo tb he crecido junto al mar. Tengo unas ganas locas de coger y bañarme. Besitos y felices chapuzones a todos!

Angel dijo...

El mar está muy bien, pero en su justa medida. El problema, la arena pegada en los pies. Si en vez de arena hubiese cesped, estaría ahí todos los días. En cuanto al mar en si mismoo, lo mejor el olor y el sonido de las olas.

Plavi dijo...

el mar a mi tb me encanta, tengo la suerte de q mis padres tienen una casa al lado del mar y escucharlo o verlo es increible.

tu blog m encanta m pasare a menudo para dejarte algun k otro comentario
kuidate