lunes, 12 de octubre de 2009

Miedo, impotencia y otras preocupaciones.

No sé que hacer. Supongo que esperar es lo único que puedo hacer, pero me siento impotente y además tengo miedo. Miedo a que todo se haya acabado y yo no me haya enterado. Miedo a que detrás del resto de problemas esté escondiendo la necesidad de alejarse de mi.

EL está agobiado, preocupado o desilusionado. No sé si es una de las tres cosas, si son las tres o si incluso hay más. Hay cosas que explican ese bajón, que explican su estado de ánimo. Pero a veces tengo la sensación de que yo me incluyo en el lote.

Me prometí a mi misma que no iba a dejar que la mala racha pudiera con nosotros y no pienso rendirme. Me prometí que intentaría dejarle espacio para que se encontrara a sí mismo y que volviera a ilusionarse. Que no le iba a presionar, que no iba a ser una carga más. Todo eso me prometí porque he visto como buenas relaciones se han venido a bajo por no entender que el otro no necesita o no puede dar en ese momento lo mismo que tú. Yo puedo seguir necesitando el lado "romántico" de la relación y ÉL ahora mismo tiene otras cosas que le preocupan más en la cabeza como para andar en "te echo de menos" o "te quiero mucho".

Y aunque como he dicho, no pienso rendirme, a veces el miedo me puede y me vengo a bajo. Sólo es un ratito pero no lo puedo evitar (como ahora). Me da pánico que ya no le ilusione estar conmigo, que ya no tenga ganas de mi y que tras unas semanas más así, me diga que se acabó.

No soy tonta, así que tras los primeros días de tener esa sensación, decidí preguntarselo directamente. Porque lo único que tengo claro es que si no quiere estar conmigo prefiero que me lo diga directamente y lo antes posible. Así que tres veces se lo he preguntado (de distintas maneras) en las últimas tres semanas. La última le pregunté directamente que si estaba seguro de querer seguir estando conmigo (más directa imposible). Me dijo que sí. Me hubiera gustado rotundidad, un por supuesto te quiero muchísimo y no puedo vivir sin ti, pero sé de sobra que no siempre salen esas palabras, que a veces todo pesa demasiado para poder sentir así. Así que confié en su sí, y me sigo aferrando a él, cada vez que noto su apatía, su dejadez o su tristeza.

El miedo, por un lado, y por otro la impotencia. Olvidandome de mi, y de mi lado puramente egoísta, estoy preocupada por EL. Nunca lo había visto así. Sabía que había estado así antes, pero nunca lo había visto así porque cuando estaba conmigo se le pasaba en un rato. En un día a lo sumo. Enseguida volvía a sonreir y se relajaba, o al menos eso notaba yo. Ahora, sin embargo, no he conseguido tener ese efecto sobre él. Ni hay nada que consiga ilusionarlo un poco. El monociclo, quizás. Creo que es lo único que lo relaja. Pero no es suficiente. Necesita ilusionarse con su futuro, verlo claro, pero por ahora no lo consigue.

A veces desearía poder llevarmelo lejos de todo lo que le duele. Me gustaría poder protegerlo contra todo y verlo reir. Es inquieto y le gustan los retos y verlo ahora así... Aburrido creo que es la palabra. Y no poder hacer nada, absolutamente nada para ayudarlo. Alguna vez he pensado que si hicieramos planes a corto plazo, que EL viera que las cosas van saliendo (ir buscando ya trabajo en Madrid-Barcelona) comenzar a acercarnos... Pero otras pienso que para EL hay muchas cosas que debe solucionar antes que eso y puede que sea más presión que ilusión para EL.

Así que no sé. No sé cómo puedo ayudarlo. Yo por mi parte y para poder ser suficientemente fuerte para intentar aguantar por los dos, he empezado a buscar cosillas en Madrid y Barcelona. Ya sabéis, cambiar las preferencias en infojobs, y dar alguna vueltecilla por ahí mirando opciones. Ahorrar para poder afrontar dificultades económicas que pueden venir al irnos sin que alguno de los dos tengamos trabajo y cosas así. Algo que me haga ilusionarme a mi, para poder tirar con fuerza para adelante.

Sé que suena a cursilería barata pero es cierto. Si sé que me quiere, que quiere estar conmigo, teniendo esa certeza, puedo aguantar la racha que venga. Pero me hace falta a mi lado.

Así que ya sabéis cual ha sido la parte triste del Camino. Lo que ha empañado mi viaje. En próximos días iré contando algunas cosas más, espero que más alegres que tristes, para poder hacer justicia a la experiencia.

Un beso para todos.

viernes, 9 de octubre de 2009

Caminando

Es tarde, tengo sueño y mañana tengo que madrugar que hay que currar, pero no he podido resistirme a escribiros un poco.

Mi nueva ausencia se ha debido a que por fin me fui a hacer mi pedacito de Camino. Y me gustaría poder hacer un balance global, pero sería injusta con la experiencia. He pasado la mayoría de los días arrepintiendome de haber empezado (y nada tienen que ver ampollas, lesiones o cansancio, que por esa parte no me puedo quejar). Sin embargo, cuando hoy, unos días después de regresar, miro hacia atrás, recuerdo mejor los buenos momentos que las tristezas. Y en el fondo, he SENTIDO más el viaje que si lo hubiera hecho todo el día sonriendo. Con esto quiero decir que tengo dos balances a hacer, uno puramente anímico del que supongo que hablaré largo y tendido en futuros posts y otro más "racional" o "histórico" en el que se mezclan los paisajes, el reto físico, la desconexión de casi todo mi mundo, la gente...

Me gustaría hablar sólo de este segundo balance que es el positivo, pero si os uso como desahogo, no queda más remedio que me oigais el balance "negativo" o anímico.

Pero para suerte vuestra, es demasiado tarde, yo me caigo de sueño, y sólo he pasado para dar señales de vida. Así que mis penas y alegrías, se quedan para próximas visitas.

Un beso a todos.