domingo, 30 de marzo de 2008

Otro poquito de mi.


Muchos días sin pasar por aquí. Muchos días sin desahogarme en esta "hoja en blanco". Llevo unas semanas de locura. Fin de trabajo, visita de EL, negativa del BBVA (no saben lo que se pierden) y las oposiciones y el inglés pidiendo a gritos mi atención (aunque ultimamente estoy un poco sorda). He pasado días muy buenos y días que cualquier cosa me hacía llorar. Estoy en pleno momento de inestabilidad. En lo que va de día he bailado euforica, he estado apunto de llorar dos veces, me he preparado un almuerzo ríquisimo para mi sola (disfrutando más del momento de cocinar que el de la comida en sí). He visto mis altibajos más pronunciados que nunca. Ha sido una semana de pequeñas desilusiones, pero tengo ganas de demostrar que puedo. Que imposible no existe, ¿verdad Carlota?. Que la mayor recompensa es el trabajo bien hecho. Demostrar mi propia fuerza.


Y a todo esto, yo venía por aquí para dejaros una canción que llevo todo el día escuchando. El cd completo es genial, Con otro aire de Chambao. Suena genial. Os dejo una de sus canciones. Por ahora la que más me ha llegado. Lo mejor, la voz extranjera y la música. Aunque la letra tampoco se queda atrás.


Qué dificil es decir lo que pienso
cuando se trata del sentimiento
si estoy contigo, niño, me encuentro
si estoy sola, me pierdo en el tiempo.

Si algún dia nos une el destino
si algún dia tu piel es mi abrigo
unirnos en un mismo latido
unirnos en un mismo latido.

Yo soy quien
quiere contigo caminar
quien te sabe amar
quien no te va a olvidar

yo soy quien
quiere contigo caminar
quien te sabe amar
quien no te va a olvidar.

Un abrazo de parte de mi inestabilidad y mía.

miércoles, 12 de marzo de 2008

En tus manos.


La respiración pausada, relajada. Mi mejilla contra el colchón del sofá cama y mi visión reducida a los 20 centímetros que me separan del suelo. La mesita baja y una parte del equipo de música es todo mi mundo visual. Cierro los ojos y me abandono. Siento tus manos recorrer mi espalda con movimientos lentos, estudiados. Firmeza y suavidad. Y mi mente vuela sin rumbo, queda suspendida en algún lugar de la línea que separa el sueño y la realidad. Tus manos en mi cuello me estremecen. Me devuelven poco a poco a la realidad. No quiero dormirme. No quiero perderme el lujo que supone tus manos recorriéndome, los acordes de Santana de fondo y el suave olor del aceite.

Bajas a mi cintura, sobre uno de mis costados. Te separas de mi un instante que parece eterno para cubrir, de nuevo de aceite tus manos. Vuelven sobre mi, extendiendo el aceite, suave, muy suave. No sé si es la fricción de tu piel con mi piel o es efecto del aceite pero donde tocan tus manos siento calor. No la cálidez del contacto sino algo más intenso. Me gusta la sensación. Vuelvo a luchar con el sueño para no perderme ni un detalle. Siento como te mueves a mi alrededor, como te colocas para recorrer todas las partes de mi cuerpo. Ahora le toca a mis brazos, mis manos, mis hombros. Para evitar el frío me has cubierto las piernas con una toalla. Pero el frío solo aparece cuando te separas de mi buscando más aceite o una mejor postura.

Vuelvo a perderme en los brazos de la inconsciencia. Es curioso el ir y venir de un lado a otro. Primero recupero el tacto. Tomo conciencia de la presión de tus manos marcando cada uno de mis músculos. Un suspiro se me escapa cuando recuerdo que me estás dando un masaje. Entonces vuelve la música, la luz tenue y tus movimientos. Comienzo a seguirte con la mirada. Me sorprendo al verte sin camiseta, no sé cuando te la has quitado, pero me gusta observarte así.

A medida que noto que el sueño desaparece de mi, intuyo un cambio en tu actitud. Un beso cae en mi nuca y un pequeño escalofrío me recorre. El masaje me está encantando, pero mi mente empieza a cambiar el rumbo de mis deseos. Tú has vuelto a concentrarte en el masaje pero yo pienso cada vez más en tus labios. Me besas en la boca. Sabes al sucedáneo de chocolate del que está hecho el aceite. No es chocolate pero me gusta el sabor intenso que deja en mis labios. Rodeas el sofá cama buscando colocarte y yo hago un ruego interno porque te sientes sobre mis piernas. Necesito sentir más tu cuerpo. No digo nada porque no quiero romper el clima que se ha creado. Que has creado. Me gustaría saber que piensas en ese momento.

Quizás me lees el pensamiento. O los ojos, porque a veces soy demasiado clara en mis expresiones y tú has aprendido a leerme demasiado bien. O quizás solo es casualidad. No me importa el porqué. Solo me importa que te has sentado sobre mis piernas y comienzas a acariciarme la espalda. Paras un momento y me arrancas otro suspiro al notar tus labios sobre mi espalda. Siento potenciado el sentido del tacto. En cada beso noto la suavidad de tus labios, un ligero pinchazo (hoy no te has afeitado), la humedad y el calor. Todo en el mismo instante, pero cada una de las sensaciones son procesadas por mi cerebro por separado. El gesto se repite, muy lento, otra vez. Te alzas, eliges otro punto de mi espalda y otro beso vuelve a caer sobre mi. Y aunque todo es muy lento, el calor de un beso y el siguiente se confunden.

Yo ya no puedo pensar en nada más que en volverme y besarte. Recorrer tu boca y sentir tu cuerpo entero. Pero esta vez no quiero acelerar los momentos. Me obligo a disfrutar de esta dulce tortura, a disfrutar de cada sensación. Colocas una toalla doblada sobre mi espalda y bajas la toalla que cubría mis piernas. Comienzas a acariciarme las nalgas. Muy suave. Tus manos solo son un roce sobre mi piel. Vas despacio bajando por mis muslos y vuelves a subir hasta mi espalda. Así una y otra vez. Con lentitud y suavidad. Intento controlar mi respiración. Hace ya rato que no estoy relajada. Fuerzo un poco mi postura para mirarte. Me gusta ver como me miras. Tu concentración. El cuidado que pones en cada gesto. Te das cuenta y levantas la mirada. Me sonríes.


No sé en que momento decides que esto se acaba- quizás solo pensabas en una pausa- sólo tengo conciencia de verte de tumbarte a mi lado. Frente a frente. Por fin. Y mi boca se pierde buscando la tuya. Y ya no puedo controlar mis ganas de ti.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Blogs

Esto es un semi homenaje a un blog. Quizás sorprenda un poco que lo haga a un blog que ni siquiera tengo enlazado, pero a mi me gusta sorprender.

A los que pasais por aquí os siento un poco de la familia. Una familia bloguera, muy moderno todo, jeje. Nos "conocemos" y soy adicta a vuestras letras. Pero ella viene de fuera. Es una forma de decir que no creo que la conozcais, quizás alguna vez habéis llegado de casualidad a su blog, pero no está en vuestros habituales. Y si le hago este pequeño reconocimiento (aquí todo es pequeñito, como yo) es porque creo que merece la pena que un día os asomeis a su ventana.

Carlota, bueno, Haciendo Camino, su blog es pura imaginación. Tiene momentos de locura y momentos de ternura. Tiene relatos que son inimaginables, disparates para hacer reir y relatos que hacen que se me salten las lagrimas. Suele ser optimista, al menos lo que yo he leido. Me gusta la sensación que me deja cada pasada por su blog. Sonrío, al cerrar la ventana y me pregunto que hay detrás de una persona que casada y con hijos consigue afrontar la vida como un juego. Me gusta la persona que se intuye a traves de las letras. Y me parece increíble que a pesar de tener entre 50 y 100 comentarios en cada entrada, siga contestando a cada uno de ellos.
Y que parezca conocer a cada persona que está detrás, con esa familiariedad con la que responde.

No sé a que viene esta vena que me ha dado. Supongo que me gustaría poder tener esa imaginación y esa alegría. Esas ganas de hacer que todo siga siendo un juego. Supongo que es un poco de esa envidia sana que me acompaña.

No sé, pero me apetecía escribir sobre esto.

Un consejo, daos una pasadita y me contais que os ha parecido.

Besos.

PD: No, nadie me ha pagado por escribir esto jeje.