martes, 23 de octubre de 2007

Una vez más.

No sé si estoy de bajón, si estoy cabreada o si sólo estoy reclamando atención. Ha vuelto a suceder. De nuevo ha desaparecido. Esta vez han sido dos veces en la misma semana.

La primera, me enfadé mucho al ver que volvía a no coger el telefono. Salió a flote mi amigo Sarcasmo pero en cuanto le oí, en cuanto me contó que estaba agobiado, harto... La comprensión ocupó el lugar de Sarcasmo y sólo quise cuidarle. Sólo quería sentirle sonreir sincero.

Este domingo volvía de Sevilla con muchísimas cosas que contarle. El concierto, el italiano San Marcos, el periodista tímido, la chica con la que ligué en el Utopía (nunca me habían cogido el culo así, al menos no con ropa...jeje), Kike y su conversación pausada que siempre aporta cosas nuevas, la caminata increíble que me pegué... Y mil anecdotas más. Y sobre todo, que me hubiese encantado tenerlo allí para saltar y gritar en el concierto a su lado.

Y cuando veo que no llama, intento llamarlo y no responde. Solo lo intenté dos veces porque deduje lo que pasaba. Y sin embargo esta vez quise entenderle y no impacientarme. A la mañana siguiente volví a intentarlo, tras una noche de sueño intermitente, y volví a encontrar el mismo silencio. Y pasé el día dividida entre las ganas de cuidarle y el orgullo que me come por dentro cada vez que siento que me aparta.

Y pasé el día dandole vueltas a como afrontarlo esta vez. Las palabras ya están gastadas de tanto usarlas, no hay ninguna que no haya dicho nada para que intente entender que cada vez que hace eso me hundo un poquito. Y a medida que pasa el tiempo, voy bajando más, y más, y más. Y aunque estaba en un estado de nerviosismo "in crescendo" pensaba con claridad. Tocaba ser firme, clara pero sin agobiarlo más. Sabía que tenía que decirle.

Anoche, cuando por fin llamó y oí su voz... las palabras se diluyeron y volvió a ganarme las ganas de pasar de largo, hablarle con cariño e intentar que olvidase sus problemas. Un aquí no ha pasado nada... Pero cuando me di cuenta que de nuevo volvíamos a lo mismo, a que seguiriamos así siempre, perdí las ganas de hablar. Le dije que estaba cansada, que había sido un día largo y que ya hablaríamos otro día. Y colgué. Sólo se oyó un hasta luego al otro lado de la línea que se quedó sin respuesta por mi parte.

Y hoy me he levantado decidida a no llamarlo. A esperar a que él me llame, y si lo hace, ya veré como tengo el cuerpo... Pero me puede el saber que está mal y que no puedo ser un apoyo... Pero aún más me puede el sentirme tonta, el sentir que hace de mí lo que quiere, y que él lo sabe... Me jode que yo siempre quiera cuidarlo y que a él se le olvide siempre que yo necesito que me cuide.

Y no sé cuando soy injusta y cuando estoy comiendome el orgullo. Y...

Demasiados Y para una mañana.

7 comentarios:

Angel dijo...

En algunas ocasiones merece la pena comerse ese orgullo, pero en muchas no. La gente se acomoda, sabe que uno siempre está ahí por muchas cosas que él o ella haga. Tiene como un valor seguro, algo asegurado, algo que no le va a fallar. Quizás no se dé cuenta quizás si. Todo es hablarlo, supongo. Ánimo pequeña!!!

Anónimo dijo...

El problema no es comerse el orgullo, o no, a mi no me importa comermelo cuando tengo que hacerlo, el problema es cuando te lo comes y no te lo están valorando..por lo que leo comiéndote el orgullo o no, siempre has estado ahí para él, pero todo tiene que ser recíproco, no le va a pasar nada por llamarte él esta vez y estar ahi para tí.
Es lo justo, no todo va a ser recibir, tamb tendrá que dar.
Es duro esperar a que él llame eso sí, en vez de llamar siempre tú, alguna vez lo hice con algún amigo y aun estoy esperando a que me devuelvan la llamada.
Esperemos que te vaya bien, ojalá..
Bessos

Unknown dijo...

Buff...Lo siento.

A mi la verdad no me importa dejar e orgullo a un lado, si en realidad merece la pena.

Pero no se , porque la gente se acostumbran a que vayamos los demás por detrás, la verdad, no lo entiendo mi pequeña...No lo entiendo.

Piensa que si no hay señal de algún tipo a la larga es que no te merece.

Bss

Mara dijo...

Ay pequeña! sé como te sientes, conozco de sobra esa sensación que te hace pensar que tú lo estás dando y que no recibes nada, e incluso de que juegan contigo. Pero tú no te pongas triste. Cabréate todo lo que quieras, grítale y no te calles. Sé sincera. Puede que eso lo agobie más o algo... pero tu no puedes estar cuidando siempre y no recibir... tienes que mirar por ti.
Un beso bonita

Anónimo dijo...

Le mandé un mail (no me aguanté las ganas, yaves)explicandole como me sentía. Me ha contestado que me entiende, que es normal que esté así y que luego me llama para hablar las cosas con calma (lo que tu dices, Angel). Que teníamos que hacer algo.

Yo tampoco entiendo porque es todo tan complicado, María. Y es un chico especial, y sus circunstancias son un poco distintas a las del resto. Y merece la pena, por eso me he comido mi orgullo alguna que otra vez, pero no quiero seguir haciendolo.

Mara, él me pide que me cabree, que le diga las cosas, que no me guarde nada. Y me pide perdón y me dice que no le gusta sentirme triste, pero yo no quiero que lo sienta, quiero que no vuelva a pasar.

Así que a ver como acaba esto. A ver que decidimos. A ver que nos contamos. Mientras, toca esperar.

Gracias por los ánimos. Es un buen desahogo.

Mara dijo...

ains... intenta estar tranquila cuando hables con él eh y ya verás q no pasa nada y q todo lo que decidais será "por el bien de los dos".
kus, aardig!

Nicolás dijo...

Hola pequeña...

Te leo y te siento y te comprendo.. los silencios a veces son como cuchillas q atraviesan la piel y rasgan el alma. Lo malo no son las cicatrices q deja sino que por esas misms cicatrices los sueños y las ilusiones se escapan.

Espero que aun tengas tu alma llena , si merece la pena , sino a veces hay q hacerse un nudo y seguir adelante, el sentir que solo uno es quien tira de una relacion es agotador y termina por matar el amor

un besito y te deseo muchiisima suerte