sábado, 25 de octubre de 2008

Despertares.


Recuerdo a la perfección los despertares de los domingos. Tengo cada una de las sensaciones, de los ruidos y olores, clavados en mi memoria. Y supongo que me da cierta nostalgia cuando los recuerdo. Echo de menos la despreocupación que poblaba mis días.

Recuerdo estar despierta en la cama. Con los ojos abiertos pero sin moverme, a la espera de escuchar en la habitación de mis padres las señales de que ya estaban despiertos. Susurros a media voz, dandose los buenos días y planeando el día. Entonces salía mi sonrisa y me levantaba de la cama a acostarme en otra. La de mis padres. Algunas veces no era la primera en llegar. Algunas veces alguna de mis hermanas se me adelantaba. Poco a poco nos ibamos colando en la cama las tres, haciendonos hueco como podíamos en ese rectangulo de 1´35 por 1´80. Siempre la misma posición. Cuatro apretujados pero bien colocados y una de nosotras en los pies de la cama.

Interrumpiamos así el despertar de mis padres, y la mañana del domingo comenzaba con charlas y risas. Y peleas entre nosotras que nunca duraban mucho. Mis padres conseguían poner paz rapidamente. Eso o mi memoria, muy selectiva que es ella, ha olvidado recuerdos de discusiones y regañinas, que también puede ser. Poco a poco acababamos echando a mis padres de la cama y se acababa la diversión. El primero solía ser mi padre. Bajaba a la cocina, encendía la radio y Marifé de Triana y Camarón llenaban los rincones de mi casa. Y el olor. Ese olor inconfundible a pan tostado que se iba colando escaleras arriba hasta el dormitorio de mis padres. Y la voz de mi padre reclamandonos para el desayuno.

Niñas! Que ya está el pan! Que se enfría!

Y en ese grito de niñas nos incluía a todas. A mis dos hermanas, a mi y a mi madre, que solía remolonear con nosotras. Porque para mi padre, mi madre siempre ha sido "niña", y sólo sustituía, y sustituye, esa palabra por "rubia" que es la otra forma que tiene de llamarla.

Recuerdo de esas mañanas que siempre queríamos ser la primera para tener la suerte de colarnos en medio de los dos. Recuerdo como nos enfadabamos cuando mi padre decidía que bajaba a preparar el desayuno. Y también recuerdo como intentabamos impedir que mi madre se fuera detrás de él.

Y la música. No soy coplera. Ni me gusta especialmente el flamenco. Pero casi cualquier canción de Camarón y Marifé me estremece. Y me las sé y las canto por lo bajini mientras suenan. Y algo se despierta dentro de mi cuando las escucho.

Nota: Quizás sea un dato importante saber que mi padre trabajaba como un mulo, y que durante la semana casi no lo veiamos. Llegaba mientras nosotras nos duchabamos para irnos a la cama. El cenaba y se acostaba muerto de cansancio que a las 6 volvía a sonar el despertador. El domingo era el único día que disfrutabamos de él. Y eso se notaba.

Nota 2: Todo esto me lo ha traido a la cabeza el post de sonrisa recordando canciones que han marcado su infancia.

6 comentarios:

Angel dijo...

Que melancolía, los años de la infancia, yo hacia lo mismo los domingos, me despertaba y estaba en silencio, y cuando oía a mis padres hablar, me iba a su cama para despertarle y animarles a que se levantasen a empezar el dia...

Carlota dijo...

Ainsss, qué de recuerdos me ha traido tu post... sólo que nosotras éramos (y somos) 5 hermanas, jeje, así que imagina la cama, pero la situación muy parecida. Nada como tener buenos recuerdos de la infancia, creo que es muy importante para tu etapa adulta :). Esos desayunos juntos los domingos por la mañana... recuerdo que mi padre nos hacía trucos de magia y nos contaba historias de cuando era pequeño ;). Gracias, guapa. Buen domingo.

Becaria dijo...

Había olvidado por completo que nosotros hacíamos lo mismo... pero en vez de mi padre era mi madre la que se levantaba a preparar el desayuno... a veces hemos repetido situación en Reyes... o algún día así especial... pero no es lo mismo...

Besitos!!!

Patricia dijo...

jajaja leyéndote sigo leyéndome a mi. Yo también me metía (y aun a veces me meto, lo reconozco jajajaj) en la cama de mis padres cuando me levantaba los domingos jajajaj y mi hermana igual. También mi padre era el primero en salir jajajaj le echábamos de tanto apretuje, pero la que preparaba el desayuno era mi madre, dos horas después de despertarnos, porque nos pasábamos buen rato las tres en la cama... qué recuerdos.

un besote, guapaaa

Alegría dijo...

cuánta emoción...qué recuerdos...creo que podrían ser los recuerdos de muchos... los míos por supuesto, casi por completo...cambiaba el gusto musical...

Anónimo dijo...

La infancia siempre saca sonrisas, recuerdos buenos. Cuanta felicidad, que bonito.