Semana de locos (o quizás sea año de locos, pero bueno). Llevo toda la semana pensando en escribir este post. Pero han sido muchas cosas las que he tenido que hacer esta semana y no he podido ponerme a escribirlo. De hecho no le puedo dedicar el tiempo que me gustaría pero no quería irme sin hacer, aunque solo sea, un adelanto. Mañana salgo de viaje, a ver a mi EL así que la semana que viene tendré mucho más sobre lo que escribir y no quiero que se acumulen las cosas.
Al grano. Este fin de semana, como ya os comenté, me fui a Madrid (en realidad a Segovia y después a Madrid, pero bueno). Ha sido un viaje genial. Me ha gustado muchísimo y ni siquiera sé porqué.
Comenzó con un viaje de 8 horas de autobús que esperaba que se me hicieran larguíiiisimas. Como compañero, Nelson, un chico de Paraguay que pasó el camino contandome cosas de su familia, de lo que echaba de menos aquello, de su vida aquí (lleva un año en España), de las dificultades. Historias de esas que te enternecen. Un chico tímido, de un pueblecito, que le asustaba un poco la vorágine de Madrid. Muy educado, muy cortés. Entre eso y los sueñecitos que me pegué, se me pasó el viaje rapidísimo.
A las 6.15 de la mañana llegué a Madrid. Me tomé un cola cao calentito para despejarme de tanto autobús y me dispuse a coger el metro. Si os acordais, dije que esta vez me atrevería a ir en metro sola (y no me perdí :p). Bajate en Principe Pío y de ahí para Segovia. De nuevo en bus. Mientras compraba el billete conocí a una señora, unos 50 años, que me contó como llevaba tres días de viaje en autobús desde su país, Rumanía. En ese momento pensé, vale, no me vuelvo a quejar de venir desde Cádiz en autobús. Quedaba hora y media de viaje hasta Segovia y a mi lado un señor de 70 años que hacía el camino Madrid-Segovia (ida y vuelta) todos los días.
El Sr. Trueba. Ganadero (creo), en su juventud mensajero-motorista (llevando telegramas) en el Palacio de Congresos y pastelero antes de eso. Tío los directores de cine David y Fernando Trueba. Y mil historias más que tenía guardadas en su memoria y que me iba regalando. ¿Ciertas? No lo sé. ¿Importa? A mi no. Me encantó escucharlas. Me contó historias de la ciudad, de la sublevación en 1808 y otras anteriores y posteriores. Pequeños secretos de Estado, probablemente creados en su imaginación y que me contaba con la ilusión de un niño que descubre algo nuevo. Y yo asentía sonriendo a ese viejecito correcto del que me dio pena despedirme.
- Si alguna vez pasa por Los Angeles de San Rafael y necesita algo, pregunte por el Sr. Trueba. Todos me conocen ahí, será un placer volverla a ver.
Y por fin llegué a Segovia. Y allí me esperaban todos. Una familia rancia de ideas y protectora al máximo (yaves es testigo de esto último) pero a la que quiero con locura y me encanta volver a ver (a pesar de que me salga sarpullido cada vez que veo la fotito de sus majestades los reyes, y no precisamente los magos, en el salón).
Y el domingo por la noche, en Alcobendas, en un hotel de lujo y la noche sola para pensar y relajarme. Relajarme hasta que a mis vecinos de habitación les dio por montar su pequeña orgía, que no veas los grititos que pegaba la muchacha que hasta con la tele puesta los escuche... Y yo desperdiciando una cama de 2m de ancho y una ducha de hidromasaje. Ay! que cruz!
A la mañana siguiente tocó hacer la entrevista. Primero una dinámica y después una entrevista personal. Y aunque al principio si estaba un poco nerviosa, pasados los primeros 5 minutos me encontraba comodísima. Hablando con tranquilidad (y lucidez, creo). Y no sé si me darán o no el trabajo, pero yo me sentí bien. Madura y capaz. Y me gustó.
Y como broche de oro al viajecito. Me encontré con
yaves. La hice esperar media hora (odio llegar tarde. Lo siento, de verdad) pero es que la entrevista se alargó un montón y el metro tarda una barbaridad en cruzar todo Madrid. La vi, y la reconocí en cuanto asomó por las escaleras. Siempre dice que es tímida, pero miente. Es abierta y divertida. Me reí un montón y me hizo sentir muy cómoda. Es mi primera blogger a la que veo cara a cara, y aunque tenía muchas ganas, me daba miedo quedarme cortada. Pero con ella es imposible. Engancha de primeras. Lastima que solo tuvimos una horita larga para estar juntas y como dijo ella, que estemos tan lejos unos de otros. La próxima vez que vaya a Madrid la obligo a que me enseñe más de sus fotos.
Cuando me monté de nuevo en el autobus, de vuelta a casa, me sentía bien. Es curioso. Creo que ha sido una de las veces que más plena me he sentido. Quizás sea por moverme sola, por sentirme capaz. Por dejar de sentirme una paleta. Por sentirme independiente. No sé que habrá sido, pero el caso es que me pasé el viaje sonriendo sin motivo. Y me gusta. Me gusta poder disfrutar todas esas cosas. Sonreir y sentirme bien con tan poquito. Con una historia, con una cara nueva, con un miedo menos.
Me quedé con las ganas de pasear por el retiro y sentarme en un banco a leer mientras de lejos veo a un mimo o escucho la música de una estrella anónima. Eso sí, oí a un chico tocando el oboe en el metro. Me acerqué a dejarle dinero y me sonrió, dandome las gracias con un gesto de cabeza. Me quedé con las ganas de decirle que las gracias se las daba a él, por ponerle banda sonora a unos pasitos de mi vida.
Quizás todo esto no sean más que bobadas y yo sea un poco simple por disfrutar tanto con cosas así. Pero no me importa, soy así y ya está. Y este tipo de cosas solo soy capaz de contarosla a ustedes y a mi EL, que sonreía al escucharme tan contenta. Sé que sonreía a pesar del telefono, porque le cambia la voz cuando se le escapa la sonrisa y mira tierno. Después de año y medio he aprendido a distinguirle estas pequeñas reacciones.
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Y no me despido sin agradecer los dos premios que me llegaron ayer.
Yaves me regaló
Y me hizo mucha ilusión porque la acababa de conocer y tiene merito querer seguir dandome un premio después de conocerme. Antes todavía, pero después... :p
Y ayer mismo me cayó otro (qué día!). María (luna) me regaló

Y aunque yo no soy muy de seguir estas cosas, pero me hace mucha ilusión que la gente se acuerde de mi, pues voy a dar el premio a unos cuantos. No sigo reglas. Cada uno que se pille el regalo que más le guste de los dos, o los dos si quiere. Mis premiados son (tachan tachan tachan)
Mara, el hadita sevillana. Fue la que hizo que me cambiara de servidor y me encanta su ilusión por las cosas y sus ganas de ser niña. Y su pasión con Audrey.
Ángel, porque me encanta la soltura con la que escribe y como consigue que me parezcan entrañables su fotos pornográficas.
La sonrisa, porque cuenta las anecdotas como nadie y porque un día que estaba triste, se me pasó todo después de leer el simulacro de incendios en su empresa.
Kafrune, porque siempre tiene la palabra justa para cada uno de sus comentarios. Y porque siempre he sentido que me trataba como a una niña pequeña y eso me sigue gustando.
Y a
Carlota, que no la tengo enlazada aún, pero me encanta su imaginación y el toque mágico que le da a todo. Porque si algún día soy madre me gustaría ser como yo creo que es ella.
Y se me olvidaba. A
Nicolás, porque sus historias siempre me conmueven, y porque un día me dijo que contaba cuentos en el retiro.
Y no pongo más que me vuelvo pesada. A ver cual de ustedes tiene huevos de leerse el post del tirón. Me ha salido un post XXL.
Besitos!