
Lunes 7, de vuelta de una cena despedida. EL, nuestra amiga común y yo caminando hacia mi calle, que es la misma que la de mi amiga, para dejarla en casa. Ella iba contandonos los problemas y paripés que conlleva el tener una familia muy conservadora, sobre todo en temas sexuales. Su familia, en ese aspecto, se parece a la mía. Sólo que ella tiene así a casi toda la familia (un hermano, ambos padres y, para algunas cosas hasta una hermana) y yo tengo a mi madre, porque mi padre no se mete en nada, aunque a veces se note que no le gusta algo, y mis hermanas me apoyan en todo.
En esas estabamos cuando le dije que en casa pasaba igual. Siempre las apariencias y el tabú del sexo (aunque he de reconocer que mi madre asume que las dos pequeñas tenemos relaciones sexuales con nuestras parejas y su madre sigue diciendo-creyendo que ella es virgen a pesar de que lleva 5 años con su novio). Empezó a justificar que tardó 3 años en acostarse con él porque tenía muy interiorizado el sentimiento de estar haciendo algo malo. Yo le dije que la entendía, que en cierta forma, a mi me ocurría igual. Que mi hermana mayor y yo siempre decíamos que estabamos reprimidas por culpa de la educación recibida.
Reprimida... Y ahí salió la palabrita. Mirada atónita de EL, que hasta entonces se había mantenido en silencio, risa de ella al descubrir la mirada de él.
- Reprimida??? Tú???
Ella reía al ver lo poco que se creía eso él, y yo no tuve más remedio que matizar. Vale, quizás ahora no se note tanto, pero siempre me he sentido muy coartada por lo que pensasen mis padres. Siempre anda (o andaba) cierto miedo a que mis padres supieran lo que su niña hace. Y guardo las apariencias con ellos.
Esa noche, cuando estabamos solos en el coche, charlando muy bajito, sientiendonos cerca más que nada, apurando las pocas horas que nos quedaban de estar así, le vino de nuevo a la cabeza.
- ¿Por qué has dicho que estabas reprimida? No es verdad, para nada.
Y ahora fui yo la que me reí. Es verdad que soy yo la que más lo busca. Me encanta picarle, sobre todo porque él es más tímido que yo y a veces se corta cuando le pellizco en público, o le beso el cuello y la oreja en medio de la calle. Creo que es porque le da corte la carilla que se le queda y protesta medio riendo. ( Me encanta cuando encoge el cuello, cierra los ojos y frunce el ceño, sonriendo). También es cierto que siento mucha curiosidad por sentir cada vez más. Cuando comencé a sentirme más cómoda con el sexo (al principio, por inexperta, le dejaba a él hacer y yo le imitaba, no más) empecé a tomar iniciativas, pequeñitas aún. Vendarle los ojos, probar los cambios de temperatura, caricias con el pelo a modo de pluma, jugar con chocolate... Uno de mis regalos de Reyes ha sido un aceite afrodisiaco para dar masajes (sabor menta...) Y hemos estado hablando de atarnos las manos y de probar algún juguetito. Intente explicarle que sino se me nota lo de estar reprimida es porque voy superandolo y que una cosa no quita el ser curiosa.
Le conté, a modo de ejemplo, aquella vez que con 18 o 19 años, D se iba a quedar a dormir en la casa de estudiante de mi amiga, casa en la que yo me quedaba y no le dejé. Aún no entiendo como no me odió a muerte, porque yo 5 minutos después de cerrar la puerta me odiaba a mi misma, y es que estaba coladísima por D y esa noche mi amiga nos había preparado una encerrona para que, de una vez, nos liaramos. (Nos liamos, pero claro, no pasó de dos besillos y poco más, claro yo lo eché...) O como tardé hasta los 18 en liarme con un tío (un baboso, muy mono pero un cerdo, pero que al menos hizo que para cuando me lié con D no estuviera tan nerviosa).
Creo que después de mis historias (hubo alguna más dignas de una reprimida) entendió a que me refería y se alegró mucho de que hubiese cambiado (jo! y yo también me alegro, no te fastidia!).
Y ahora una cosa que me hizo gracia, y que medio me reconoció ese día. No hemos estado nunca en un Sex shop juntos, hemos pasado varias veces por la puerta de uno que hay en el centro de la ciudad de al lado de mi pueblo, pero él nunca ha dicho de entrar y yo tampoco. Alguna vez me dio la impresión de que le apetecía pero no quería decirme nada, pero nunca le había preguntado porque estoy casi segura que no lo hubiera reconocido. Buscando traje para el 31, pasamos por la puerta y él hizo un amago de hacía el callejón donde está. Le pregunté donde quería ir y él me dijo que nada, que a ningún sitio y seguimos hacia delante. Cuando empezamos a hablar del aceite que había comprado en ese sex shop y del tema del sexo y demás, me dijo que el otro día estuvo por proponerme entrar. Sonreí y le dije que eso me había parecido, pero que como no dijo nada le seguí la corriente. Creo que a veces le da miedo presionarme con ideas nuevas, a ver si ya le va quedando claro que soy suficiente mayorcita para hacer lo que me apetece sin dejarme presionar y que sugerir no tiene nada de malo.
Así que no sé que dirán ustedes, pero nosotros hemos quedado que si he estado reprimida, ya se me ha pasado. Y lo que me alegro!