miércoles, 12 de marzo de 2008

En tus manos.


La respiración pausada, relajada. Mi mejilla contra el colchón del sofá cama y mi visión reducida a los 20 centímetros que me separan del suelo. La mesita baja y una parte del equipo de música es todo mi mundo visual. Cierro los ojos y me abandono. Siento tus manos recorrer mi espalda con movimientos lentos, estudiados. Firmeza y suavidad. Y mi mente vuela sin rumbo, queda suspendida en algún lugar de la línea que separa el sueño y la realidad. Tus manos en mi cuello me estremecen. Me devuelven poco a poco a la realidad. No quiero dormirme. No quiero perderme el lujo que supone tus manos recorriéndome, los acordes de Santana de fondo y el suave olor del aceite.

Bajas a mi cintura, sobre uno de mis costados. Te separas de mi un instante que parece eterno para cubrir, de nuevo de aceite tus manos. Vuelven sobre mi, extendiendo el aceite, suave, muy suave. No sé si es la fricción de tu piel con mi piel o es efecto del aceite pero donde tocan tus manos siento calor. No la cálidez del contacto sino algo más intenso. Me gusta la sensación. Vuelvo a luchar con el sueño para no perderme ni un detalle. Siento como te mueves a mi alrededor, como te colocas para recorrer todas las partes de mi cuerpo. Ahora le toca a mis brazos, mis manos, mis hombros. Para evitar el frío me has cubierto las piernas con una toalla. Pero el frío solo aparece cuando te separas de mi buscando más aceite o una mejor postura.

Vuelvo a perderme en los brazos de la inconsciencia. Es curioso el ir y venir de un lado a otro. Primero recupero el tacto. Tomo conciencia de la presión de tus manos marcando cada uno de mis músculos. Un suspiro se me escapa cuando recuerdo que me estás dando un masaje. Entonces vuelve la música, la luz tenue y tus movimientos. Comienzo a seguirte con la mirada. Me sorprendo al verte sin camiseta, no sé cuando te la has quitado, pero me gusta observarte así.

A medida que noto que el sueño desaparece de mi, intuyo un cambio en tu actitud. Un beso cae en mi nuca y un pequeño escalofrío me recorre. El masaje me está encantando, pero mi mente empieza a cambiar el rumbo de mis deseos. Tú has vuelto a concentrarte en el masaje pero yo pienso cada vez más en tus labios. Me besas en la boca. Sabes al sucedáneo de chocolate del que está hecho el aceite. No es chocolate pero me gusta el sabor intenso que deja en mis labios. Rodeas el sofá cama buscando colocarte y yo hago un ruego interno porque te sientes sobre mis piernas. Necesito sentir más tu cuerpo. No digo nada porque no quiero romper el clima que se ha creado. Que has creado. Me gustaría saber que piensas en ese momento.

Quizás me lees el pensamiento. O los ojos, porque a veces soy demasiado clara en mis expresiones y tú has aprendido a leerme demasiado bien. O quizás solo es casualidad. No me importa el porqué. Solo me importa que te has sentado sobre mis piernas y comienzas a acariciarme la espalda. Paras un momento y me arrancas otro suspiro al notar tus labios sobre mi espalda. Siento potenciado el sentido del tacto. En cada beso noto la suavidad de tus labios, un ligero pinchazo (hoy no te has afeitado), la humedad y el calor. Todo en el mismo instante, pero cada una de las sensaciones son procesadas por mi cerebro por separado. El gesto se repite, muy lento, otra vez. Te alzas, eliges otro punto de mi espalda y otro beso vuelve a caer sobre mi. Y aunque todo es muy lento, el calor de un beso y el siguiente se confunden.

Yo ya no puedo pensar en nada más que en volverme y besarte. Recorrer tu boca y sentir tu cuerpo entero. Pero esta vez no quiero acelerar los momentos. Me obligo a disfrutar de esta dulce tortura, a disfrutar de cada sensación. Colocas una toalla doblada sobre mi espalda y bajas la toalla que cubría mis piernas. Comienzas a acariciarme las nalgas. Muy suave. Tus manos solo son un roce sobre mi piel. Vas despacio bajando por mis muslos y vuelves a subir hasta mi espalda. Así una y otra vez. Con lentitud y suavidad. Intento controlar mi respiración. Hace ya rato que no estoy relajada. Fuerzo un poco mi postura para mirarte. Me gusta ver como me miras. Tu concentración. El cuidado que pones en cada gesto. Te das cuenta y levantas la mirada. Me sonríes.


No sé en que momento decides que esto se acaba- quizás solo pensabas en una pausa- sólo tengo conciencia de verte de tumbarte a mi lado. Frente a frente. Por fin. Y mi boca se pierde buscando la tuya. Y ya no puedo controlar mis ganas de ti.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Uff muy bueno si, hay caricias que son muy intensas.

bessos

Carlota dijo...

Pequeña la pintura es de Klimt? me encanta. Y bueno, ese masaje lo has descrito tan bien, que vamos, que no te parezca mal, pero me he sentido protagonista :). Y ahora mismo voy a que me den uno, hala! Un besito.

kafrune dijo...

Niña:
Es este el momento en que las palabras estan de mas, pues se convierten en manos, sensaciones y besos, alli transportas mi cabeza y empiezo a volar, pues eres piel y aromas, entrega en ojos de niña.
Lo se, pues yo tambien camine entre campos de fantasias.
Le devolviste ilusion a mi eterna mirada de enamorado.
Gracias.
Besos y que estes bien

Anónimo dijo...

Yaves: Y tanto que hay caricias intensas... Para mi también es uff!

Carlota:Sip! Es un detalle de Serpientes Marinas (creo que IV). Me encanta Klimt. Jooo! que suerte poder tener el masaje cuando se te antoje. A mi me falta casi una semana para que se pueda repetir...

Kafrune: Por eso lo escribí para volar. Para sumergirme de nuevo en esas sensaciones. Gracias a ti por tus letras.

Un besazo enorme a los tres.

Miguelo dijo...

pues no te controles!!! desenfreno!!! ;)

Mara dijo...

Amor, me ha encantao... yo quiero un masaje como ése jejeje... Me lo he imaginao plenamente y, creo, que hasta lo he sentido jajaja ;)
Muchos besos wapa

Angel dijo...

buena manera de describir un intenso y cercano masaje

Unknown dijo...

Me encantan estas pinturas de Klimt sino me equivoco.

Buen texto niña, siempre me gusto tu manera de expresare y aún me gusta y mucho.

Siempre mejorando, como el café.

Besos

Anónimo dijo...

Miguelo: jeje. Eso, eso.

Mara: Me alegro que te haya gustado. Un besazo.

Angel: Buena palabra, Intenso. Es una buena definición. ;)

María: Muchas gracias María. A mi también me encanta Klimt!

Un beso a los tres.

Mara dijo...

Guapi, te he dejado un regalito en mi blog. Besitos

Blimunda dijo...

He llegado hasta aqui y no he podido evitar leer este relato. Me ha llamado la atención, primero de todo, la pintura de Klimt (me encanta!) y después al adentrarme en tu escrito, porque tal y cómo empieza es dificil no leerlo del tirón, he notado esas suaves caricias.
De veras, un gustazo haberlo leido.

saludos

Blimunda